Hoy
en día se habla mucho del término sostenibilidad, quizá demasiado, otras veces
a la ligera o en su defecto por ser un tema de moda. Lo que me propongo es que
vamos a intentar analizar que es y en que se sustenta la sostenibilidad.
Evidentemente
la idea de sostenibilidad siempre se ha sustentado sobre cinco grandes ámbitos
por una parte está el económico, por otra parte está el social, sin olvidar el aspecto
medioambiental, el cultural y el político-institucional que juegan las
instituciones administrativas. Para mi amigo Arthuro Crosby, el desarrollo
sostenible supone “permanencia”, lo que implica una acción integrada hacia el
aprovechamiento óptimo de los recursos, la participación de la población local
y la preservación y mejora del entorno (Crosby, S. et al.; 1993).
Por
otra parte también hay que destacar la aportación de Pulido San Román (2003),
Tous Zamora y Ciruela Lorenzo (2005) que entienden que el desarrollo sostenible
debe incorporar unos presupuestos básicos y comunes, que lo definen y lo
diferencian de otros conceptos tales como son la amplitud geográfica.
Destacan
siete aspectos importantes dentro del contexto global, cono son por una parte
la amplitud sectorial: que incluyen a los grupos sociales y sectores
económicos, participantes y beneficiarios, con condiciones de igualdad; por
otra parte está la amplitud temporal que es la que recoge el presente y futuro
son los beneficios que tendremos para las generaciones presentes y futuras; por
otra parte está también el desarrollo holístico que es el que buscan el
equilibrio global ya que son necesarias para que todas las áreas del bienestar
humano tengan un desarrollo completo y medioambiental; está también presente la
participación activa de todos los componentes, en los procesos de planificación
y de ejecución, sin olvidar la conjunto empresarial que se basa en alcanzar los
valores prefijados de conservación y desarrollo global y por último el llamado
cambio cultural en el que vivimos dando un uso racional e indefinido de los
recursos naturales, culturales y humanos.
Pero si vamos más
allá y analizamos la relación entre la idea de sostenibilidad y el territorio, vemos
que este se apoya en los principios fundamentales como son el efecto de las
actividades que realizamos en el presente y que tendrá sus consecuencias en el
futuro. En segundo lugar destacan la importancia de mantener los procesos
ecológicos y en tercer lugar los beneficios de mejorar la calidad de vida ya
que así no le negaremos a las generaciones futuras la oportunidad de hacerlo y
mantenerlo en condiciones. Estos
tres pilares tienen
una relación directa
con el ámbito
local donde vayamos a implantar un sistema de sostenibilidad adecuado. El mantenimiento del medio y la mejora de la
calidad de vida se comprenden aún más de manera práctica en un ámbito local.
El impulso del
concepto sostenibilidad y del binomio desarrollo sostenible, a partir de la
década de los setenta, comenzó a abrir las ventanas a nuevas discusiones y
nuevas formas alternativas de entender el concepto de progreso clásico, además
el nacimiento de ONG’s activas en defensa del medio ambiente y las sucesivas
cumbres internacionales como por ejemplo la importante Conferencia de Estocolmo
que elevaron y dieron voz sobre la problemática del medio ambiente y el
desarrollo, el estado de bienestar y los espacios naturales, la relación de la
biomasa y el biotopo o el éxodo de los espacios rurales hacia las ciudades
fueron algunos temas de importancia que se pusieron en primer término en la
opinión pública y en el mundo científico.
Como todos sabemos
la geografía nació con un marcado signo de defensa del medio ambiente, además también para dar a conocer
y descubrir el espacio natural. Las diferentes corrientes de la Geografía han
marcado la relación entre el Hombre-Medio, teniendo en cuenta una formulación
ambiental, y por supuesto, territorial (Ortega, J.; 2000:154-155). La noción de
espacio en el ámbito geográfico tiene en primer lugar la idea de expansión
(Ortega, J.; 2000:340), pero también se relaciona con la experiencia y la
práctica humana. La elaboración social del mismo permite relacionarlo con el
proceso de transformación de la naturaleza y de la sostenibilidad de los equilibrios
existentes.
Ahí es donde radica
la importancia del medio ambiente y el territorio, ya que el medio ambiente es
definido como “el conjunto de elementos físicos, químicos, biológicos y de
factores sociales capaces de causar efectos directos o indirectos, a corto o a
largo plazo, sobre los seres vivientes y las actividades humanas” (Vázquez, L.;
1990:36). Además el desarrollo aparece a mitad del siglo veinte como una
propuesta de crecimiento de la economía de mercado, de ampliación de la riqueza
material expresada en un único o sobredimensionado indicador macroeconómico: el
producto interno bruto.
El desarrollo
comenzó a mostrarse con una proyección espacial (Peemans, J.P., en: Valcárcel,
M.; 2006), que es donde se asientan las relaciones sociales y la cohesión entre
individuos. El desarrollo está ligado intrínsecamente a la capacidad de
consolidar los lazos sociales al interior de colectividades que tienen una base
territorial definida. Está relacionado también con la capacidad de las
poblaciones de administrar su ambiente natural de una manera sostenible, a
través de la construcción de un cuadro institucional apropiado y de una
identidad cultural que tiene su base material en la construcción misma del
territorio dado. El desarrollo se enriquece por la diversidad” (Peemans, J.P;
1996: 8). Se hace necesario, además del desarrollo, un equilibrio sostenible
dentro del territorio.
Algunos
autores toman el territorio como espacio de desarrollo. El desarrollo y la
sostenibilidad por tanto ya permanecen unidos y por tanto da lugar al
nacimiento de poner en marcha un desarrollo local y sostenible para nuestro
Planeta. Además estudiosos como Bosch que propuso la conservación del capital
humano a favor del desarrollo sostenible (Bosch, M.; 1998). Así se pueden maximizar
los beneficios del desarrollo (López A.; 2001) que implica la utilización de
los recursos naturales renovables a ritmos regenerativos y la optimización del
uso de recursos no renovables y el progreso tecnológico. Otros autores
(Rodríguez, R.; 2003; Elizalde, A.; 2003) retoman la idea de un desarrollo a
través de redes globales que implican el desarrollo de espacios periféricos,
como el caso de los rurales.
Evidentemente
fue el inicio para sentar las bases de ordenamiento de nuestro medio ambiente
desde una perspectiva local, coherente y de transformación de la naturaleza y
de la sostenibilidad para las futuras generaciones.
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