El turismo es en la
actualidad una de las ramas más importantes del sector servicios y de las de
mayor crecimiento a nivel mundial.
Además el turismo
como Ustedes saben ha representado una actividad importante para la economía mundial, en tanto como fenómeno masivo como una actividad
que requiere de una gran infraestructura y complejos servicios que no siempre han tenido una adecuada planificación.
También se convirtió durante
un tiempo como un fenómeno deteriorador del medio ambiente natural y social. No solo ha transformado el
aspecto físico de las zonas turísticas, sino que ha generado graves trastornos
ecológicos: destrucción de ecosistemas, disminución de la cantidad y calidad
del agua, empobrecimiento y contaminación
de los suelos, extinción de múltiples especies de la fauna,
afectación severa de la flora, depredación pesquera y contaminación de mar, así
como desintegrador de actividades económicas tradicionales, aculturación, migración,
fenómenos de crecimiento poblacional y urbano desordenado, falta de servicios públicos, entre otros.
Aunque el crecimiento de la
actividad durante mucho tiempo se convirtió en los años 80 como el llamado
modelo turístico convencional de “avión, hotel, playa”, esté modelo empezó a
presentar síntomas de agotamiento y de crisis, expresado en la espiral
descendente de los grandes centros turísticos tradicionales (abatimiento de su
rentabilidad y el inicio de su decadencia y agonía) fenómeno que se observa en
ciertas zonas del mediterráneo europeo.
De hecho, ante la pérdida de
la calidad y el valor de la vacación ofrecida por el modelo turístico
convencional, producto de la estandarización de la oferta y de los servicios,
del manejo impersonal de los visitantes y la transformación de los viejos
criterios de servicio en auténticos sistemas de “procesamiento del turista”,
surgió ya a finales de los 90 esa preocupación por hacer un turismo más
responsable y sostenible. Dando nacimiento a una nueva corriente turística: el
llamado turismo alternativo.
La nueva corriente turística
que nació en la década de los 90, se dice, que fue el resultado de los cambios
en los valores y hábitos de vida ocurridos en las poblaciones de los países
desarrollados, que procuran mejorar su calidad de vida (mediante nuevas formas
de utilización del tiempo libre y un ambiente limpio y sostenible).
Efectivamente, estas
poblaciones con altos ingresos, con más tiempo libre, sometidas a las tensiones
y a la despersonalización de las ciudades y de la vida industrial, así como
crecientemente preocupadas por mejorar su calidad de vida demandan servicios
turísticos en los que encuentren satisfacción a una diversidad de intereses,
atención personalizada, destinos vacacionales naturales (exóticos) y un medio ambiente
limpio.
Ya en las encuestas a nivel
europeo de los años 1994, uno de cada dos turistas alemanes, consideraba la
calidad ambiental como un elemento esencial en la decisión de su destino
vacacional y el 38 % de los turistas ingleses la consideraba como el elemento
básico para decidir regresar a un destino vacacional. Hoy en día se ha
convertido en algo necesario ese cambio de mentalidad en todos los aspectos.
Por ello y según la
Organización Mundial de Turismo (OMT), el segmento turístico que experimentó un
ritmo más acelerado crecimiento fue el llamado turismo “alternativo”, es decir
el turismo que tiene como destino la naturaleza y que incluye todas aquellas
practicas turísticas conocidas como turismo especializado: turismo de aventura,
científico, cinegético, de montaña, rural, camping, buceo, safari fotográfico,
espeleología, ecoturismo, etc.
Si hacemos una regresión
histórica podemos ver que ya este tipo de turismo generó en los años 90
alrededor del 7% del gasto total en viajes internacionales y significo una
importante entrada de divisas para los países receptores de mismo.
Ejemplos como en Kenia que,
en el año 1994, los safaris les generó 400 millones de dólares. En las Maldivas
(nación de 1190 pequeñas islas en el océano Indico), uno de los destinos de
buceo más grandes del mundo, el turismo constituyo en 1993 más del 80 % de su
PIB. En Costa Rica el turismo de historia natural, de aventura tropical y de
contemplación de aves silvestres representó más del 75 % de su turismo general
(684,000), siendo la segunda fuente de divisas, en 1993 estas actividades
turísticas generaron 577.4 millones de dólares. Las barreras de coral de Belice
recibieron alrededor de 128,000 turistas anualmente dejando una derrama
superior a los 20 millones de dólares.
Pero si vamos un poco más
allá podemos determinar que el turismo es un fenómeno de desplazamiento de un
lugar de residencia permanente a otro temporal, que no solo es un movimiento de
personas, ya que implica transporte, alojamiento y alimentación, es decir un
fenómeno social complejo, con múltiples facetas que involucran aspectos tanto económico,
como social, cultural y medioambientales.
El turismo más que ningún
otro sector económico debe alcanzar el equilibrio entre objetivos económicos, sociales y medioambientales expresado en
el concepto de turismo sostenible. El turismo se construye gracias a la
existencia de unos atractivos naturales, culturales y de otro tipo, a condición
de que estos se encuentren en buen estado de conservación.
La crisis del modelo turismo
convencional y la creciente preocupación de las poblaciones de los países
desarrollados por mejorar su calidad de vida propiciaron un cambio en la
demanda turística. De hecho, dichos cambios se enmarcan en la gran
transformación social derivada del antiguo sistema de turismo de sol y playa
hacía un turismo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente.
En esta transformación de la
sociedad contemporánea la llamada crisis ambiental ha jugado un papel central.
Efectivamente, la creciente contaminación de la atmósfera, los suelos y el
agua; la perdida de múltiples especies de la flora y la fauna; la destrucción
de la capa de ozono, etc., que en conjunto y a largo plazo representan un
peligro para la sobrevivencia humana, pero que en lo inmediato se traducen en
una pérdida de la calidad de vida, han sido determinantes para que en los
últimos 20 años surgieran los movimientos sociales conservacionistas,
ecologistas y ambientalistas y para que entre los gobiernos y las poblaciones
en general, se haya empezado a buscar y en algunos casos adoptar, nuevas formas
de desarrollo que se adecuen por una parte a los requerimientos de transformación
y aprovechamiento de la naturaleza y por la otra, a la necesidad de su
conservación como condición para preservar la propia existencia humana. Es en
este marco que surge el concepto de desarrollo sostenible.
No obstante, la creciente
utilización del concepto no existe una solo visión de lo que es el desarrollo sostenible.
Para algunos alcanzar un desarrollo sostenible es lograr el crecimiento
económico continuo mediante un manejo más racional de los recursos naturales y
la utilización de tecnologías más eficientes y menos contaminantes.
Para otros, “el desarrollo sostenible
es ante todo un proyecto social y político que apunta hacia la
descentralización y el ordenamiento ecológico de la producción, y que ofrece
principios y orientaciones a los proyectos de democratización de la sociedad,
fundada en la participación directa de las comunidades en la apropiación y
transformación de sus recursos ambientales y que no debe tener otra orientación
no sea erradicar la pobreza, elevar la calidad de vida y satisfacer las
necesidades básicas de la humanidad.”
Es decir, para algunos solo
es compatibilizar el medio ambiente con un crecimiento económico continuo,
manteniendo las condiciones que producen y reproducen las relaciones de
explotación, jerarquizaron y dominación que permiten la apropiación de la
capacidad productiva social por unos cuantos hombres. Para otros implica nuevas
bases en las que se sustente la civilización, mediante la construcción de una
nueva racionalidad, una racionalidad ambiental, que coloque como sentido y fin
de la organización social productiva el bienestar material de ser humano
(niveles de vida) y su desarrollo espiritual (calidad de vida).
El paso de un modelo de
desarrollo depredador y deteriorador a uno sostenible que mantenga la armonía
con la naturaleza tiene múltiples complicaciones. Implica modificar nuestra
visión y relación con la naturaleza: esta no es solo una fuente de materias
primas sino también es el entorno necesario para la existencia humana. Implica
un manejo racional de los recursos naturales, pero también modificar la
organización productiva y social que producen y reproducen la desigualdad y la
pobreza, así como las practicas productivas deterioradoras y la creación de
nuevas relaciones sociales cuyo eje ya no sea la ganancia sino el bienestar
humano.
La búsqueda de un desarrollo
sostenible ha llevado a que se revaloren las formas tradicionales de producción
y a que se generen nuevas formas de organización productiva en casi todas las
actividades económicas y las prácticas sociales. El turismo, como actividad
económica y practica social, no podía estar al margen de esta
reconceptualización y resignificación.
Efectivamente la creciente
preocupación ambiental fue determinante para el surgimiento de la corriente
turística que tiene como destino la naturaleza, que es la de mayor crecimiento
a nivel mundial. Así, actualmente no solo se habla de convertir al turismo en
una actividad sustentable, sino que se hacen referencias al turismo ecológico,
al turismo verde, al turismo naturaleza y al ecoturismo, como concreción de la
sustentabilidad.
Sin embargo, el creciente
interés por destinos turísticos naturales no bastaría para pensar que la
actividad se transforma o se vuelve más sostenible. El asunto es más complejo,
el turismo como practica social como ya se mencionó, corresponde a una
racionalidad dominante y la sola modificación del destino turístico no implica
una transformación en la práctica social ni en la práctica económica. Si la nueva
corriente turística puede expresar los cambios ocurridos en los turistas que
cansados de la uniformidad buscan nuevas experiencias, ello no significa que
tengan una nueva actitud frente a la naturaleza o que utilicen de manera
diferente el tiempo libre, es decir no implica necesariamente un cambio en el
rol turístico ni en las instituciones encargadas de producir y reproducir la
practica turística, y mucho menos, significa una modificación en la práctica
económica., cuyo objetivo sigue siendo la generación de la ganancia.
Efectivamente el turismo es
una actividad económica que se organiza de acuerdo con la orientación económica
dominante cuyo objetivo es la máxima y rápida rentabilidad de la inversión. Por
ello el turismo alternativo (turismo que tiene como destino la naturaleza) y su
espectacular crecimiento también se ha convertido en una amenaza para el medio
ambiente. La magnitud y ritmo de su crecimiento, la falta de planeación
ambiental (inserción en planes de ordenamiento ecológico, estudios de impacto
ambiental, capacidad de carga de los ecosistemas, etc.) y el hecho de que la
promoción de esta actividad sea realizada por agencias de viajes interesadas en
la captación de la demanda más que la preservación de los recursos naturales, está
generando una situación extremadamente peligrosa para los ecosistemas
singulares y frágiles, reservas naturales y áreas protegidas de una gran
riqueza biológica, en los que preferentemente se desarrolla la nueva actividad
turística.
De hecho, este tipo de
turismo también ha representado un proceso acelerado de explotación y
expropiación de los recursos naturales y de las zonas que por su diversidad
biológica y sus atractivos naturales constituyen los nuevos polos de atracción
turística que por lo general son propiedad de las comunidades y de los países
pobres. La explotación excesiva del recurso (una promoción turística masiva y
sin control), a fin de maximizar las ganancias no solo pone en grave riegos los
nuevos recursos turísticos, sino que además dichas actividades no han
representado mejorías sustanciales en los niveles reales de ingreso y en las
condiciones de vida para las comunidades o los países anfitriones. En las zonas
donde se desarrolla la nueva actividad, en general, las poblaciones son
privadas de sus fuentes de ingresos tradicionales y cuando mucho reciben los
“beneficios” que genera el turismo convencional: pocos empleos y bajos sueldos,
mientras la mayor parte de las ganancias son concentradas y centralizadas por
el capital nacional y extranjero, que son los sectores económicos que
tradicionalmente han manejado monopólicamente la actividad turística.
Si bien las nuevas prácticas
turísticas englobadas en el llamado turismo alternativo expresan las
transformaciones ocurridas en la sociedad contemporánea en torno a la
revaloración de la naturaleza y a la utilización del tiempo libre, también
presentan importantes diferencias entre sí. Aunque todas tienen en común la naturaleza
como destino; algunas solo representan un nuevo destino turístico, pero otras
(particularmente el Ecoturismo) representan una modificación radical de la
propia practica social (al modificar el rol turístico y las instituciones
encargadas de reproducir la práctica turística) y constituyen una
transformación en la actividad económica.
Efectivamente, mientras el
turismo alternativo natural se perfila como un segmento turístico que promueve
actividades relacionadas con la naturaleza, en atractivos paisajes naturales
poco intervenidos, preferiblemente en áreas naturales, y que van desde actividades
científicas, observación de fauna, fotografía del ambiente natural, actividades
cinegéticas (pesca y caza) así como también deportivo y de aventura; el
ecoturismo además, se caracteriza por una nueva actitud del turista frente a la
naturaleza, que implica una valoración ética de la misma y la preocupación por
su conservación; una utilización distinta del tiempo libre; por demandar un
servicio más personalizado que mejore su calidad de vida, y que se refleje en
beneficios para la comunidad anfitriona.
El ecoturismo no solo es un
viaje orientado a la naturaleza, sino que constituye una nueva concepción de la
actividad, tanto como practica social y como practica económica. Tiene como
objetivo mejorar las condiciones de vida de las poblaciones receptoras, al
mismo tiempo que preserva los recursos y el medio ambiente, compatibilizando la
capacidad de carga y la sensibilidad de un medio ambiente natural y cultura con
la practica turística.
Desde el punto de vista de
quien proporciona el servicio, el ecoturismo puede potencialmente implicar una
reapropiación social de los recursos naturales, así como de la gestión del
servicio y la apropiación de los beneficios. También posibilita una nueva
organización productiva y social que permita mejorar la calidad de vida de la
población y articular relaciones sociales de cooperación y solidaridad humana.
De aquí que representa una reconceptualización de la naturaleza y del
aprovechamiento de los recursos turísticos, así como del papel que juega la
población local en el modelo, no únicamente como instrumento operativo de los
servicios turísticos, sino como el fin último del desarrollo.
En este sentido, el
ecoturismo es algo más que la publicitación de un escenario y la protección de
alguna especie pretende brindar una opción real de desarrollo sustentable para
la poblaciones locales y regiones deprimidas con escasas alternativas para otro
tipo de actividad productiva, así como generar recursos para proteger
efectivamente los ecosistemas.
Por ello, los proyectos ecoturísticos
forman parte de esa gran búsqueda social encaminada a la modificación de los
procesos productivos y de las relaciones sociales que deterioran el medio
ambiente, sustituyéndolas por otras diferentes a fin de alcanzar un crecimiento
económico y social en armonía con el manejo racional del medio ambiente, en
cuyo centro se encuentre el bienestar del ser humano.
El boom del “ecoturismo” es
tal que en todo el mundo han surgido destinos ecoturísticos., que ofrecen
actividades ecoturísticas y proyectos ecoturísticos. No obstante que existe una
clara diferencia entre el llamado turismo naturaleza y el ecoturismo, el uso
indiscriminado de los conceptos ha llevado a que se confundan actividades
turísticas convencionales con el ecoturismo. La mayoría de los destinos
ecoturísticos y de las actividades que se dicen ecoturísticas, no son más que
actividades turísticas convencionales ofrecidas por los tours operadores o que
forman parte del turismo naturaleza.
El ecoturismo como practica
social y económica que pretende un manejo sostenible de los recursos naturales
y mejorar la calidad de vida de las poblaciones receptoras aun es incipiente.
Su desarrollo y expansión se enfrentan a la lógica del mercado y a la
racionalidad económica prevaleciente entre los grandes monopolios que controlan
la actividad a nivel mundial.
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