miércoles, marzo 11, 2020

¿Puede existir el equilibrio entre medio ambiente y turismo en el año 2020?




¿Puede existir el equilibrio entre medio ambiente y turismo en el año 2020?
Evidentemente el medio ambiente y turismo no son enemigos sino complementarios.
Tras muchos artículos escritos en estos años está claro que el turismo y el medio ambiente son complementarios y no son enemigos, esa es quizás la conclusión más importante. Y a partir de ahí debemos ver cómo entendernos, cómo pueden seguir conviviendo.
Evidentemente sabemos que a lo largo del tiempo la relación entre las actividades del hombre y el ambiente no había sido armónica, y el turismo a pesar de encontrar en este sistema uno de sus más claros atractivos, tampoco se mantuvo al margen en la generación de problemas ambientales.
Por tal razón se establecieron una larga lista de efectos y causales generados por prácticas turísticas (de empresarios residentes y turistas) inadecuadas, tanto en sitios de alta fragilidad ecosistémica, como en espacios urbanos, planificados inadecuadamente u otros asentamientos de generación espontánea.
Los efectos del turismo sobre las relaciones sociedad naturaleza están condicionados por las características generales (naturales y artificiales) de cada lugar donde se instala, y de la propia dinámica de la actividad propuesta. Por tal razón si bien existen diferentes tipos de espacio turístico (urbano, rural, natural) y diferentes modalidades (agroturismo, turismo cultural, turismo aventura), con sus características e impactos particulares, existen lógicas de acción que son comunes a todas y que tienen que ver con la propia concepción del turismo. Esto sin lugar a duda se asoció a la situación de la población en dichas áreas, su estructura social y productiva y a su propio desarrollo.
El sistema turístico, el volumen de flujos de turistas y la intensidad del uso de los atractivos, ha sido a lo largo del tiempo otro elemento que generó sobrecarga y degradación en donde estos adquirieron el carácter de masivos (como es el caso de las actividades de sol y de playa o la visitas a algunas áreas protegidas).
También es cierto que en otras oportunidades las actividades turísticas han sido útiles para recuperar áreas degradadas, o espacios afectados por otras actividades, a partir de la restauración y la puesta en valor de elementos del patrimonio natural y cultural. Allí la actividad se integró en una concepción equilibrada de su relación con el ambiente.  Por tal razón las actividades que se lleven a cabo con sus impactos en el territorio están directamente relacionado con el tipo de desarrollo que una sociedad asume para sí mismo y las generaciones futuras.
El PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente) señala que el principio básico apoyado por aquellos que buscan un equilibrio entre el turismo y el medio ambiente es que el tipo y escala del desarrollo de las actividades turísticas se relacionen con la capacidad de sustentación de los recursos existentes. Por tal razón en esta unidad se analizan los elementos que están asociados a los impactos del turismo y a la concepción del desarrollo sostenible. [i]
Si estos datos los aplicamos a España, sabemos que el turismo en nuestro país es la industria más importante, todos sabemos que si miramos hacia unos años anteriores el turismo representa el 15% del Producto Interior Bruto (PIB), en 2017 aportó 172.900 millones de euros a la economía española.
Aun así, el turismo ha dejado de tirar del carro de la economía española. Ya en 2018 creció por debajo del PIB y el pasado 2019 avanzó un 1,5%, menos que la economía nacional (un 2%), según el balance de año presentado hoy por Exceltur. Desde 2010 el sector crecía por encima del PIB y el de 2019 es el peor dato desde 2013, cuando avanzó un 0,9%.
Frente a esto, son los españoles en el año 2019 han contribuido al crecimiento del sector: aumentan las pernoctaciones de nacionales en hoteles un 2,6%, en turismo rural un 3,3%, los vuelos interiores crecen un 6,6% y los pasajeros en AVE, un 4,7%. [ii]
De todos modos, sabemos el turismo es el motor fundamental en muchas ciudades pequeñas de toda España y necesitan tener todos los años unos niveles altos de ocupación hotelera y de gasto en hostelería para poder subsistir.
Evidentemente debe existir un compromiso fuerte de las administraciones para evitar que se construyan alojamientos respetuosos con el entorno medioambiental, promover nuevas prácticas empresariales y multar con firmeza al que contamine y no respete las normas. Por ello debemos tener una educación ambiental sobre el ecoturismo.  [iii]
Aunque es difícil encuadrar la educación ambiental dentro de una definición, dada la diversidad de planteamientos y de prácticas concretas, podemos partir de la propuesta en el Congreso Internacional de Educación y Formación sobre Medio Ambiente, celebrado en Moscú en el año 1987.
"La educación ambiental es un proceso permanente en el cual los individuos y las comunidades adquieren conciencia de su medio y aprenden los conocimientos, los valores, las destrezas, la experiencia y también la determinación que les capacite para actuar, individual y colectivamente, en la resolución de los problemas ambientales presentes y futuros".
Aunque, más que una definición, es importante recordar la siguiente frase "la característica más importante de la educación ambiental consiste en que apunta a la resolución de problemas concretos. Se trata de que individuos … perciban claramente los problemas que coartan el bienestar individual y colectivo, diluciden sus causas y determinen los medios que pueden resolverlos". (UNESCO, 1980).
Por lo tanto, el reto de la educación ambiental es promover una nueva relación de la sociedad humana con su entorno, a fin de procurar a las generaciones actuales y futuras un desarrollo personal y colectivo más justo, equitativo y sostenible, que pueda garantizar la conservación del soporte físico y biológico sobre el que se sustenta.
La educación no puede ser desligada del ambiente en que se produce. El aprendizaje es un proceso de construcción del conocimiento que tiene lugar en relación con el medio social y natural. Además, se desarrolla en doble sentido, es decir, cada persona aprende y enseña a la vez; dura toda la vida; y tiene lugar en diferentes contextos: hogar, escuela, ocio, trabajo y comunidad. Estas características apuntan un hecho relevante: el propio medio es educativo en sí mismo. Con todo lo dicho, es evidente que, por educación, entendemos no sólo la educación formal, sino también la educación no formal y la informal, las cuales son fundamentales en este curso.
 
La educación ambiental es por sobre todas las cosas educación para la acción. Actúa ampliando nuestros conocimientos y conciencia acerca de los impactos de la actividad humana sobre el medio, pero con el objetivo último de mejorar nuestras capacidades para contribuir a la solución de los problemas.
El medio ambiente es un patrimonio que no podemos perder. El hombre y sus procesos productivos están afectando al planeta. En el mundo del turismo, el ecoturismo es parte de la solución.
Establecer, más allá de un debate teórico, la relación entre el turismo y la educación ambiental en las prácticas cotidianas encierra un proceso muy complejo que involucra una interrelación de agentes asociados al sector, y políticas públicas que incorporan objetivos de equilibrio con el medio ambiente y una mirada a largo plazo. Esto es un proceso que va más allá de la propia educación ambiental, a la involucra dentro de un proceso de readecuación y de dinamización de actividades y de espacios. Es aquí donde aparece la situación a analizar ¿Cómo se contribuye en esta relación de reciprocidad? ¿Cómo el turismo contribuye con los principios de la educación ambiental? ¿Cómo desde la misma se enriquecen las actividades turísticas en general? ¿Cómo el mismo turismo puede iniciar un proceso de cambio en la generación de un nuevo tipo de turista? ¿De qué manera las actividades recreativas, deportivas o culturales se asocian a la formación de una persona más responsable con su entorno, una persona que demanda calidad ambiental?
Estas y otras preguntas se asocian a la posible generación de actitudes y percepciones de los turistas, que no solo se desarrollan en el destino, sino que pueden trasladarse a los sitios de origen de los turistas. Algunos autores sostienen la importancia de la cultura, el cambio en el ser y hacer de una sociedad, como un cambio de paradigma que trastoque el modelo actual. Y contribuyendo con esto en ocasiones el turismo despierta "nuevas formas de ver el mundo” que van más allá de las campañas de "recolección de aluminio de las latas de gaseosa", y que apuntan a la visión más amplia del medio ambiente, con un descubrimiento de nuevas realidades.
Así, el turismo puede convertirse en un disparador de situaciones que se pueden materializar en "buenas prácticas" (no arrojar basuras, cuidar los árboles, etc.) o nuevas demandas que obliguen al mercado a tomar medidas de control.
La naturaleza virgen cada vez es más difícil de encontrarla en el mundo turístico, el hombre ha puesto su pie en todos los lugares del planeta y por ello, tenemos que esforzarnos por conseguir que la calidad del turista no la midamos por su bolsillo y empecemos a hacerlo por su cultura medioambiental. Algo que nos ahorrará dinero a todos.
La sostenibilidad es durabilidad en el tiempo basada en el respeto. La empresa turística tiene que convertirse en la más respetuosa con el medio ambiente para poder sobrevivir. Y para lograrlo es muy importante que se empiece a educar al turista.
Algo tan simple como que nos recuerden lo que cuesta lavar unas toallas o una sábanas y que no es necesario cambiarla todo los días, debe ampliarse a más conceptos como no favorecer espectáculos que utilizan a los animales de forma vejatoria, no provocar residuos en nuestros paseos y actividades por la montaña —el problema no solo es tirar colillas de un cigarrillo o un papel, también lo es utilizar quads para darnos un paseo de unas horas que provocan contaminación acústica y atmosférica— y valorar cuál es nuestra huella ecológica en cada viaje y cómo podemos reducirla. [iv]
Los elementos para tener en cuenta para general una conducta ambiental en el marco de la educación ambiental y vinculadas propuestas turísticas son:
a.     Pensar en un destinatario concreto para cada tema y ajustar los mensajes y estrategias a este mercado.
b.    Establecer relaciones claras entre objetivos, sujetos, medios, alcances... con la metodología y los medios para alcanzar los fines.
c.     Tener en cuenta todos los aspectos del visitante o turista: su origen, su edad, su motivación, sus emociones y sus experiencias, y sus posibilidades de participación
d.    Generar un entorno favorecedor clima de aprendizaje no forzado donde el que analiza los problemas sea el propio sujeto, pero como parte de su actividad recreativa
e.     Desarrollar un sentido amplio que permita ser aplicado tal vez en otros objetos y realidades de tal forma que los sujetos puedan analizar cualquier expresión de la sociedad
Para el logro de esto es necesario el establecimiento de una serie de principios de educación ambiental que acompañen el desarrollo de un proyecto, y que estén asociados a la formación del personal que los va a llevar a cabo. Estos principios pueden concretarse en: la definición de distintas funciones, la asignación de grupos de tareas al nivel de formación, y la definición de grandes ámbitos temáticos que se asocien a la formación específica de guías, al comportamiento dentro del propio trabajo, a la utilización de recursos, etc.
La formulación de productos turísticos que incluyan el ambiente como una dimensión más de su desarrollo, requiere contar con un grupo humano que perciba dicha dimensión. La crisis ambiental ha propiciado la necesidad de formar profesionales especializados en la protección y conservación del medio. Esa formación sin embargo ha sido deficiente para alcanzar una verdadera comprensión holística de la situación ambiental. La formación ambiental de aquellos que de alguna manera están vinculados con la oferta turística sugiere la:

A.    De las problemáticas ambientales globales y cotidianas.
B.    Incorporación de un sentido de responsabilidad frente al ambiente.
C.    Capacidad formadora hacia los flujos de turistas.
D.    Generación de actitudes acordes al proyecto.
E.     Creatividad en el desarrollo de sus funciones.
Para esto se requiere de dos herramientas fundamentales: la información y el equipamiento. Cuanto mayor y mejor sea la información con que cuenten los operadores, los profesionales y los trabajadores en general del sistema; mayor capacidad crítica desarrollarán. En la medida que esto ocurra, lograrán incorporar la dimensión ambiental en la vida cotidiana y podrán actuar en consecuencia, incluso en el trabajo. La información no siempre está disponible, los municipios no poseen datos actualizados o análisis de su propia realidad.
Párrafo aparte merece el equipamiento. Suele ser uno de los problemas más graves en comunidades donde el turismo es una actividad incipiente y de pequeña escala. El desarrollo de este posibilita una mayor capacidad de gestionar con la educación ambiental desde todos los órdenes y desde el turismo.
Muchos emprendimientos han sabido sortear estos obstáculos apostando a la creatividad de productos sencillos pero que incorporan alternativas educativas novedosas.
Dentro de esto se consideran las diferentes formas en que se lleva a cabo la interpretación. La misma es fundamentalmente una estrategia para la valoración del patrimonio y para la preservación y comunicación de los bienes. Por tal razón contribuye de manera directa e indirecta con la educación ambiental en sentido amplio y está prácticamente asociada a múltiples prácticas turísticas. En muchos sitios se han aplicado con éxito como herramienta para crear un sentido de pertenencia de la propia comunidad y modificar acciones en el público.
Es necesario indicar que la interpretación no es solo una forma más activa y personal de guiar al turista, implica muchos más que eso, y significa un proceso de aprendizaje y de valoración asociado a la toma de conciencia y al fortalecimiento de la identidad
Desde el turismo y las instituciones asociadas a él se debe crear el ámbito adecuado para generar una teoría de la interpretación ambiental asociada a la educación ambiental. No obstante, desde las propias actividades se pueden establecer mecanismo para la revalorización no solo del patrimonio sino de la propia relación sociedad-naturaleza.
Así la interpretación puede ser utilizada como herramienta para la formulación de itinerarios turísticos, ya sean directamente vinculados a problemáticas ambientales o recorridos tradicionales, que contengan algunos elementos.
Por ello debemos implicar a las personas y a los turistas, evidentemente no sirve de nada que se hagan un montón de campañas y que se organicen debates si luego no nos implicamos todos para poder lograrlo.
A parte de nosotros también deben las Administraciones y los políticos de turno empezar a cambiar sus políticas turísticas y medio ambientales, así como un cambio de trabajo entre las concejalías de medio ambiente y turismo para trabajar juntos en políticas medioambientales donde se incluyan a los comerciantes, empresarios de actividades deportivas y excursiones, hoteleros y hosteleros.
Las empresas turísticas tienen que empezar concienciando a sus directivos, responsables de restaurantes, hoteles, comerciantes, trabajadores de los sectores implicados y así un largo etcétera de personas que estén implicados en estos sectores. Ellos serán los mejores embajadores porque son las personas que están en contacto directo con las personas, con los clientes, con los turistas.
El último eslabón de esta cadena serán los turistas, de nada sirve el trabajo anterior si cuando llegamos al destino nos comportamos como unos egoístas que solo piensan en su propio beneficio sin importarle lo que puede pasar en la zona que estamos visitando.
¿Es posible vender un turismo que solo sea sostenible a un precio mayor?
También no debemos olvidar que el turismo sostenible no sea solo una marca para vender, eso significa que no se deber estar contra el “greenwashing ecológico”. Me parece que ese lavado de imagen al que se someten algunas empresas aprovechando la marca «turismo sostenible» puede ser el principio de algo. Cuando una marca comercial decide apostar por lo «verde», puede que al principio lo haga una forma interesada, pero está dando un primer paso para crear una conciencia entre sus trabajadores y su público. ¿Eso es malo? Para mí no. Menos es nada o seguir anclados en las malas prácticas y no reconocerlas como algo negativo.
Cierto es quizás algunos se están pasando con la utilización de la etiqueta sostenible, y, como muy acertadamente comentó uno de los ponentes, solo nos queda fabricar una bomba atómica sostenible.
La industria turística y las administraciones deben crear unas etiquetas reales —auditadas— y que cuando una empresa ponga el cartelito de turismo verde, sostenible, respetuosos con el medio ambiente o similar sea porque de verdad cumple unos requisitos que la hacen sostenible.
Por último, debemos de crear una conciencia turística y medioambiental para el turista, esto significa que es importante que las nuevas generaciones tengan la asignatura de educación ambiental para que los nuevos turistas sepan utilizar los espacios medioambientales correctamente y a pesar del calentamiento global que vivimos se cree esa concienciación medioambiental y turística para limitarlas y ordenarlas.
Ejemplos tenemos muchos, podemos hablar de los gallegos que han de  pedir permiso para visitar las Islas Cíes y también para entrar en la Playa de las Catedrales, están siendo un éxito y han permitido frenar el terrible impacto que estaba causando la masificación sin control.
Esta fórmula tiene que empezar a implantarse para que cuando vayas a un lugar tan hermoso como las Cíes puedas disfrutarlo y no se provoque un impacto negativo en este paraíso natural. Al final todos ganan; ganamos. Quizás también sea el momento de que te rasques el bolsillo y de que lo haga yo, y cuando vayamos a un lugar con protección paguemos una entrada para compensar nuestra huella ecológica. Como conclusión, tenemos que volcarnos en un comportamiento respetuoso y no invasiva.

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