¿Puede
existir el equilibrio entre medio ambiente y turismo en el año 2020?
Evidentemente
el medio ambiente y turismo no son enemigos sino complementarios.
Tras muchos artículos escritos en estos
años está claro que el turismo y el medio ambiente son complementarios y no son
enemigos, esa es quizás la conclusión más importante. Y a partir de ahí debemos
ver cómo entendernos, cómo pueden seguir conviviendo.
Evidentemente sabemos que a lo largo del
tiempo la relación entre las actividades del hombre y el ambiente no había sido
armónica, y el turismo a pesar de encontrar en este sistema uno de sus más
claros atractivos, tampoco se mantuvo al margen en la generación de problemas
ambientales.
Por tal razón se establecieron una larga
lista de efectos y causales generados por prácticas turísticas (de empresarios
residentes y turistas) inadecuadas, tanto en sitios de alta fragilidad
ecosistémica, como en espacios urbanos, planificados inadecuadamente u otros
asentamientos de generación espontánea.
Los efectos del turismo sobre las
relaciones sociedad naturaleza están condicionados por las características
generales (naturales y artificiales) de cada lugar donde se instala, y de la
propia dinámica de la actividad propuesta. Por tal razón si bien existen
diferentes tipos de espacio turístico (urbano, rural, natural) y diferentes
modalidades (agroturismo, turismo cultural, turismo aventura), con sus
características e impactos particulares, existen lógicas de acción que son
comunes a todas y que tienen que ver con la propia concepción del turismo. Esto
sin lugar a duda se asoció a la situación de la población en dichas áreas, su
estructura social y productiva y a su propio desarrollo.
El sistema turístico, el volumen de
flujos de turistas y la intensidad del uso de los atractivos, ha sido a lo
largo del tiempo otro elemento que generó sobrecarga y degradación en donde
estos adquirieron el carácter de masivos (como es el caso de las actividades de
sol y de playa o la visitas a algunas áreas protegidas).
También es cierto que en otras
oportunidades las actividades turísticas han sido útiles para recuperar áreas
degradadas, o espacios afectados por otras actividades, a partir de la
restauración y la puesta en valor de elementos del patrimonio natural y cultural.
Allí la actividad se integró en una concepción equilibrada de su relación con
el ambiente. Por tal razón las actividades que se lleven a cabo con sus
impactos en el territorio están directamente relacionado con el tipo de
desarrollo que una sociedad asume para sí mismo y las generaciones futuras.
El PNUMA (Programa de Naciones Unidas
para el Medio Ambiente) señala que el principio básico apoyado por aquellos que
buscan un equilibrio entre el turismo y el medio ambiente es que el tipo y
escala del desarrollo de las actividades turísticas se relacionen con la
capacidad de sustentación de los recursos existentes. Por tal razón en esta
unidad se analizan los elementos que están asociados a los impactos del turismo
y a la concepción del desarrollo sostenible. [i]
Si estos datos los aplicamos a España, sabemos
que el turismo en nuestro país es la industria más importante, todos sabemos
que si miramos hacia unos años anteriores el turismo representa el 15% del
Producto Interior Bruto (PIB), en 2017 aportó 172.900 millones de
euros a la economía española.
Aun así, el turismo ha dejado de tirar
del carro de la economía española. Ya en 2018 creció por debajo del PIB y el
pasado 2019 avanzó un 1,5%, menos que la economía nacional (un 2%), según el
balance de año presentado hoy por Exceltur. Desde 2010 el sector crecía por
encima del PIB y el de 2019 es el peor dato desde 2013, cuando avanzó un 0,9%.
Frente a esto, son los españoles en
el año 2019 han contribuido al crecimiento del sector: aumentan las
pernoctaciones de nacionales en hoteles un 2,6%, en turismo rural un 3,3%, los
vuelos interiores crecen un 6,6% y los pasajeros en AVE, un 4,7%. [ii]
De todos modos, sabemos el turismo es
el motor fundamental en muchas ciudades pequeñas de toda España y necesitan
tener todos los años unos niveles altos de ocupación hotelera y de gasto en
hostelería para poder subsistir.
Evidentemente debe existir un compromiso
fuerte de las administraciones para evitar que se construyan alojamientos respetuosos
con el entorno medioambiental, promover nuevas prácticas empresariales y multar
con firmeza al que contamine y no respete las normas. Por ello debemos tener
una educación ambiental sobre el ecoturismo. [iii]
Aunque es difícil encuadrar la educación
ambiental dentro de una definición, dada la diversidad de planteamientos y de
prácticas concretas, podemos partir de la propuesta en el Congreso
Internacional de Educación y Formación sobre Medio Ambiente, celebrado en Moscú
en el año 1987.
"La educación ambiental es un
proceso permanente en el cual los individuos y las comunidades adquieren
conciencia de su medio y aprenden los conocimientos, los valores, las
destrezas, la experiencia y también la determinación que les capacite para
actuar, individual y colectivamente, en la resolución de los problemas
ambientales presentes y futuros".
Aunque, más que una definición, es
importante recordar la siguiente frase "la característica más importante
de la educación ambiental consiste en que apunta a la resolución de problemas
concretos. Se trata de que individuos … perciban claramente los problemas que
coartan el bienestar individual y colectivo, diluciden sus causas y determinen
los medios que pueden resolverlos". (UNESCO, 1980).
Por lo tanto, el reto de la educación
ambiental es promover una nueva relación de la sociedad humana con su entorno,
a fin de procurar a las generaciones actuales y futuras un desarrollo personal
y colectivo más justo, equitativo y sostenible, que pueda garantizar la
conservación del soporte físico y biológico sobre el que se sustenta.
La educación no puede ser desligada del
ambiente en que se produce. El aprendizaje es un proceso de construcción del
conocimiento que tiene lugar en relación con el medio social y natural. Además,
se desarrolla en doble sentido, es decir, cada persona aprende y enseña a la
vez; dura toda la vida; y tiene lugar en diferentes contextos: hogar, escuela,
ocio, trabajo y comunidad. Estas características apuntan un hecho relevante: el
propio medio es educativo en sí mismo. Con todo lo dicho, es evidente que, por
educación, entendemos no sólo la educación formal, sino también la educación no
formal y la informal, las cuales son fundamentales en este curso.
La educación ambiental es por sobre todas las cosas educación para la acción. Actúa ampliando nuestros conocimientos y conciencia acerca de los impactos de la actividad humana sobre el medio, pero con el objetivo último de mejorar nuestras capacidades para contribuir a la solución de los problemas.
El medio ambiente es un patrimonio que
no podemos perder. El hombre y sus procesos productivos están afectando al
planeta. En el mundo del turismo, el ecoturismo es parte de la solución.
Establecer, más allá de un debate
teórico, la relación entre el turismo y la educación ambiental en las prácticas
cotidianas encierra un proceso muy complejo que involucra una interrelación de
agentes asociados al sector, y políticas públicas que incorporan objetivos de
equilibrio con el medio ambiente y una mirada a largo plazo. Esto es un proceso
que va más allá de la propia educación ambiental, a la involucra dentro de un
proceso de readecuación y de dinamización de actividades y de espacios. Es
aquí donde aparece la situación a analizar ¿Cómo se contribuye en esta relación
de reciprocidad? ¿Cómo el turismo contribuye con los principios de la educación
ambiental? ¿Cómo desde la misma se enriquecen las actividades turísticas en general?
¿Cómo el mismo turismo puede iniciar un proceso de cambio en la generación de
un nuevo tipo de turista? ¿De qué manera las actividades recreativas,
deportivas o culturales se asocian a la formación de una persona más
responsable con su entorno, una persona que demanda calidad ambiental?
Estas y otras preguntas se asocian a la
posible generación de actitudes y percepciones de los turistas, que no solo se
desarrollan en el destino, sino que pueden trasladarse a los sitios de origen
de los turistas. Algunos autores sostienen la importancia de la cultura, el
cambio en el ser y hacer de una sociedad, como un cambio de paradigma que
trastoque el modelo actual. Y contribuyendo con esto en ocasiones el turismo
despierta "nuevas formas de ver el mundo” que van más allá de las campañas
de "recolección de aluminio de las latas de gaseosa", y que apuntan a
la visión más amplia del medio ambiente, con un descubrimiento de nuevas
realidades.
Así, el turismo puede convertirse en un
disparador de situaciones que se pueden materializar en "buenas
prácticas" (no arrojar basuras, cuidar los árboles, etc.) o nuevas
demandas que obliguen al mercado a tomar medidas de control.
La naturaleza virgen cada vez es más
difícil de encontrarla en el mundo turístico, el hombre ha puesto su pie en
todos los lugares del planeta y por ello, tenemos que esforzarnos por conseguir
que la calidad del turista no la midamos por su bolsillo y empecemos a
hacerlo por su cultura medioambiental. Algo que nos ahorrará dinero a todos.
La sostenibilidad es durabilidad en el
tiempo basada en el respeto. La empresa turística tiene que convertirse en la
más respetuosa con el medio ambiente para poder sobrevivir. Y para lograrlo es
muy importante que se empiece a educar al turista.
Algo tan simple como que nos recuerden
lo que cuesta lavar unas toallas o una sábanas y que no es necesario cambiarla
todo los días, debe ampliarse a más conceptos como no favorecer espectáculos
que utilizan a los animales de forma vejatoria, no provocar residuos en
nuestros paseos y actividades por la montaña —el problema no solo es tirar
colillas de un cigarrillo o un papel, también lo es utilizar quads para darnos
un paseo de unas horas que provocan contaminación acústica y atmosférica— y
valorar cuál es nuestra huella ecológica en cada viaje y cómo podemos
reducirla. [iv]
Los elementos para tener en cuenta para
general una conducta ambiental en el marco de la educación ambiental y vinculadas
propuestas turísticas son:
a. Pensar
en un destinatario concreto para cada tema y ajustar los mensajes y estrategias
a este mercado.
b. Establecer
relaciones claras entre objetivos, sujetos, medios, alcances... con la
metodología y los medios para alcanzar los fines.
c. Tener en
cuenta todos los aspectos del visitante o turista: su origen, su edad, su
motivación, sus emociones y sus experiencias, y sus posibilidades de
participación
d. Generar
un entorno favorecedor clima de aprendizaje no forzado donde el que analiza los
problemas sea el propio sujeto, pero como parte de su actividad recreativa
e.
Desarrollar un sentido amplio que
permita ser aplicado tal vez en otros objetos y realidades de tal forma que los
sujetos puedan analizar cualquier expresión de la sociedad
Para el logro de esto es necesario el establecimiento
de una serie de principios de educación ambiental que acompañen el desarrollo
de un proyecto, y que estén asociados a la formación del personal que los va a
llevar a cabo. Estos principios pueden concretarse en: la definición de
distintas funciones, la asignación de grupos de tareas al nivel de formación, y
la definición de grandes ámbitos temáticos que se asocien a la formación específica
de guías, al comportamiento dentro del propio trabajo, a la utilización de
recursos, etc.
La formulación de productos turísticos
que incluyan el ambiente como una dimensión más de su desarrollo, requiere
contar con un grupo humano que perciba dicha dimensión. La crisis ambiental ha
propiciado la necesidad de formar profesionales especializados en la protección
y conservación del medio. Esa formación sin embargo ha sido deficiente para
alcanzar una verdadera comprensión holística de la situación ambiental. La
formación ambiental de aquellos que de alguna manera están vinculados con la
oferta turística sugiere la:
A. De las
problemáticas ambientales globales y cotidianas.
B. Incorporación
de un sentido de responsabilidad frente al ambiente.
C. Capacidad
formadora hacia los flujos de turistas.
D. Generación
de actitudes acordes al proyecto.
E.
Creatividad en el desarrollo de sus
funciones.
Para esto se requiere de dos
herramientas fundamentales: la información y el equipamiento. Cuanto mayor y
mejor sea la información con que cuenten los operadores, los profesionales y
los trabajadores en general del sistema; mayor capacidad crítica desarrollarán.
En la medida que esto ocurra, lograrán incorporar la dimensión ambiental en la
vida cotidiana y podrán actuar en consecuencia, incluso en el trabajo. La
información no siempre está disponible, los municipios no poseen datos
actualizados o análisis de su propia realidad.
Párrafo aparte merece el equipamiento.
Suele ser uno de los problemas más graves en comunidades donde el turismo es
una actividad incipiente y de pequeña escala. El desarrollo de este posibilita
una mayor capacidad de gestionar con la educación ambiental desde todos los
órdenes y desde el turismo.
Muchos emprendimientos han sabido
sortear estos obstáculos apostando a la creatividad de productos sencillos pero
que incorporan alternativas educativas novedosas.
Dentro de esto se consideran las
diferentes formas en que se lleva a cabo la interpretación. La misma es
fundamentalmente una estrategia para la valoración del patrimonio y para la
preservación y comunicación de los bienes. Por tal razón contribuye de manera
directa e indirecta con la educación ambiental en sentido amplio y está
prácticamente asociada a múltiples prácticas turísticas. En muchos sitios se
han aplicado con éxito como herramienta para crear un sentido de pertenencia de
la propia comunidad y modificar acciones en el público.
Es necesario indicar que la
interpretación no es solo una forma más activa y personal de guiar al turista,
implica muchos más que eso, y significa un proceso de aprendizaje y de
valoración asociado a la toma de conciencia y al fortalecimiento de la
identidad
Desde el turismo y las instituciones
asociadas a él se debe crear el ámbito adecuado para generar una teoría de la
interpretación ambiental asociada a la educación ambiental. No obstante, desde
las propias actividades se pueden establecer mecanismo para la revalorización
no solo del patrimonio sino de la propia relación sociedad-naturaleza.
Así la interpretación puede ser
utilizada como herramienta para la formulación de itinerarios turísticos,
ya sean directamente vinculados a problemáticas ambientales o recorridos tradicionales,
que contengan algunos elementos.
Por ello debemos implicar a las personas
y a los turistas, evidentemente no sirve de nada que se hagan un montón de
campañas y que se organicen debates si luego no nos implicamos todos para poder
lograrlo.
A parte de nosotros también deben las
Administraciones y los políticos de turno empezar a cambiar sus políticas
turísticas y medio ambientales, así como un cambio de trabajo entre las concejalías
de medio ambiente y turismo para trabajar juntos en políticas
medioambientales donde se incluyan a los comerciantes, empresarios de
actividades deportivas y excursiones, hoteleros y hosteleros.
Las empresas turísticas tienen que
empezar concienciando a sus directivos, responsables de restaurantes,
hoteles, comerciantes, trabajadores de los sectores implicados y así un largo
etcétera de personas que estén implicados en estos sectores. Ellos serán
los mejores embajadores porque son las personas que están en contacto directo
con las personas, con los clientes, con los turistas.
El último eslabón de esta cadena serán
los turistas, de nada sirve el trabajo anterior si cuando llegamos al destino
nos comportamos como unos egoístas que solo piensan en su propio beneficio sin
importarle lo que puede pasar en la zona que estamos visitando.
¿Es posible vender un turismo que solo
sea sostenible a un precio mayor?
También no debemos olvidar que el
turismo sostenible no sea solo una marca para vender, eso significa que no se
deber estar contra el “greenwashing ecológico”. Me parece que ese lavado
de imagen al que se someten algunas empresas aprovechando la marca «turismo
sostenible» puede ser el principio de algo. Cuando una marca comercial decide
apostar por lo «verde», puede que al principio lo haga una forma interesada, pero está dando un primer paso para crear una conciencia
entre sus trabajadores y su público. ¿Eso es malo? Para mí no.
Menos es nada o seguir anclados en las malas prácticas y no reconocerlas como
algo negativo.
Cierto es quizás algunos se
están pasando con la utilización de la etiqueta sostenible, y, como muy
acertadamente comentó uno de los ponentes, solo nos queda fabricar una
bomba atómica sostenible.
La industria turística y las
administraciones deben crear unas etiquetas reales —auditadas— y que
cuando una empresa ponga el cartelito de turismo verde, sostenible, respetuosos
con el medio ambiente o similar sea porque de verdad cumple unos requisitos
que la hacen sostenible.
Por último, debemos de crear una
conciencia turística y medioambiental para el turista, esto significa que es
importante que las nuevas generaciones tengan la asignatura de educación
ambiental para que los nuevos turistas sepan utilizar los espacios
medioambientales correctamente y a pesar del calentamiento global que vivimos
se cree esa concienciación medioambiental y turística para limitarlas y
ordenarlas.
Ejemplos tenemos muchos, podemos hablar
de los gallegos que han de pedir permiso para visitar las Islas Cíes y también para entrar
en la Playa de las Catedrales, están
siendo un éxito y han permitido frenar el terrible impacto que estaba causando
la masificación sin control.
Esta fórmula tiene que empezar a implantarse para que cuando vayas a un
lugar tan hermoso como las Cíes puedas disfrutarlo y no se provoque un
impacto negativo en este paraíso natural. Al final todos ganan; ganamos.
Quizás también sea el momento de que te rasques el bolsillo y de que lo haga
yo, y cuando vayamos a un lugar con protección paguemos una entrada para
compensar nuestra huella ecológica. Como conclusión, tenemos que volcarnos en un
comportamiento respetuoso y no invasiva.
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