¿Cuál
es el futuro del turismo rural tras el COVID-19?
Esta es la pregunta que nos hacemos muchos estudiosos del
turismo rural en estos tiempos convulsos que estamos viviendo con la pandemia
del COVID-19. Si analizamos un poco como se encuentra el turismo rural en la
actualidad vemos que estamos viviendo un tiempo de incertidumbre y también de resiliencia.
Si nos adentramos más en estas dos premisas vemos que la inseguridad
de hoy en día nos tiene que llevar a la prudencia y la segunda sería la
resiliencia que no es otra que la capacidad de adaptación y de
recuperación.
Evidentemente sabemos que la nueva trasformación que vamos a
tener en el turismo rural es inevitable y no podemos improvisar. Llegado a este
punto debemos preguntarnos ¿por qué? ¿cómo? y cuales son los factores claves.
Como todos sabemos el turismo rural es estacional con un
número de plazas muy importante en lo que a la planta alojativa se refiere: el
sector del turismo rural cuenta con casi 160.000 plazas en más de 16.500
establecimientos ─más de 3.500 solo en Castilla y León─, repartidos por toda la
geografía española, y también de 25.000 empleados directos con él. Además, el
número de turistas que se alojaron en España fue de 800.000, lo que demuestra
que el número de viajeros, tanto nacionales como internacionales, hospedados en
alojamientos de turismo rural en España en 2019 tiene una gran importancia. Ese
año la mayor parte de los turistas que se hospedaron en alojamientos de turismo
rural del país, lo hicieron en Castilla y León. Los alojamientos de Cataluña y
Andalucía, por su parte, fueron los segundos y terceros más visitados
respectivamente.
Además, si analizamos los datos del Club Rural vemos que un
70% de la demanda sigue siendo de alquiler integral de casa y/o apartamentos
rurales y un 30% solo de alquiler de habitaciones; además, en un porcentaje muy
alto el turista sigue siendo nacional y, con la actual situación que estamos
viviendo, este será el mercado que tendremos que captar en este período de
incertidumbre, siempre que se abra el mercado.
Además, sabemos que existe un desequilibrio entre la oferta y la demanda.
Llegado a este punto ¿Qué podemos cambiar? Pues lo que deberíamos
transformar es lo que llamo yo el contexto “VICA”, ¿qué significa esto?,
pues vamos a analizarlo pormenorizadamente: La V sería la volatilidad, I la
incertidumbre, C la complejidad y A la ambigüedad. Vamos a analizar un cada
punto.
La V es la volatilidad que estamos viviendo en la actualidad,
ya que todo puede cambiar de un momento a otro y aquí debemos de planificar,
adecuar los planes de emergencias.
La I es la incertidumbre que estamos viviendo y que nos lleva
a analizar la información, el conocimiento y la prudencia.
La C es la complejidad, el conocimiento externo y la
formación continua.
Por último, está la A que es la ambigüedad donde surgen las
cuestiones y auto cuestiones para ganar precisión en la decisiones y acciones.
Dicho esto, el turismo rural se halla hoy en día en un
momento de oportunidad; Sabemos que la crisis es una oportunidad única para
mejorar a partir de las experiencias adquiridas, la sostenibilidad, la calidad
y la responsabilidad. Es el momento de hacer el turismo rural más sostenible.
También es la ocasión para fortalecernos como empresa, con nuevas
medidas de calidad, tener precauciones y hacer nuevos replanteamientos. Debemos
de ofrecer nuestros servicios de una nueva manera y así, tras esta
trasformación, salgamos más reforzados.
También debemos mostrar lo mejor de nuestro destino y su
población, sabiendo que a partir de ahora son lugares más seguros. Sabemos que
el mundo ha cambiado y por ello hemos de adaptarnos a la nueva normalidad.
Sabemos que la población tiene miedo, y a este importante
factor se une también la pérdida de nivel adquisitivo y/o el trabajo. Por el
contrario, tenemos muchas ganas de salir, de disfrutar del aire libre y del
medio ambiente. Esta información nos
ayudará, sin duda, a replantear nuestro establecimiento. El propósito es ser
sostenible a lo largo del tiempo con una adaptación real frente al COVID-19.
Quizá lo que tenemos que hacer ahora es una pausa para
analizar qué es lo que quieren nuestros clientes: Analizar y reflexionar lo que,
a partir de ahora, van a necesitar nuestros clientes de cara a la seguridad y
calidad de nuestro establecimiento.
Tenemos que investigar y disponer de ese conocimiento futuro
que nos permitirá adoptar las estrategias necesarias. También debemos tener en
cuenta dos factores claves: la Seguridad y la promoción.
Es importante destacar que, en estos tiempos, los residentes
van a desempeñar un papel importante en la demanda local y también en relación
con la seguridad de nuestro establecimiento. Por ello debemos de trabajar con
los protocolos seguros.
Como todos sabrán, el ICTE está trabajando en protocolos
sanitarios seguros que en unos días verá la luz. Son documentos que están
valorando el aforo, las nuevas tecnologías en espacios comunes, los estándares
de limpieza y los procedimientos de transportes.
Hay que hacerlo de forma trasparente y honesta y por ello es
imprescindible trabajar con políticas de gobernanza pública-privada, que sean
abordables y con un espíritu de colaboración, cooperación y alianzas.
Como he señalado al principio, estamos inmersos en una época
de incertidumbre y no debemos caer en una guerra de precios porque bajar la
calidad de los establecimientos no sería la mejor idea.
Debemos apostar por la creatividad a través de concursos, la
innovación y las nuevas metodologías. No podemos olvidar que lo importante son
las personas y sus necesidades; de esta manera construiremos nuevos valores, afianzaremos
la confianza, y garantizaremos emociones a partir de nuestros productos y establecimiento
rural.
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