jueves, mayo 07, 2020

El turismo rural frente al COVID-19


¿Cuál es el futuro del turismo rural tras el COVID-19?

Esta es la pregunta que nos hacemos muchos estudiosos del turismo rural en estos tiempos convulsos que estamos viviendo con la pandemia del COVID-19. Si analizamos un poco como se encuentra el turismo rural en la actualidad vemos que estamos viviendo un tiempo de incertidumbre y también de resiliencia.

Si nos adentramos más en estas dos premisas vemos que la inseguridad de hoy en día nos tiene que llevar a la prudencia y la segunda sería la resiliencia que no es otra que la capacidad de adaptación y de recuperación.

Evidentemente sabemos que la nueva trasformación que vamos a tener en el turismo rural es inevitable y no podemos improvisar. Llegado a este punto debemos preguntarnos ¿por qué? ¿cómo? y cuales son los factores claves.

Como todos sabemos el turismo rural es estacional con un número de plazas muy importante en lo que a la planta alojativa se refiere: el sector del turismo rural cuenta con casi 160.000 plazas en más de 16.500 establecimientos ─más de 3.500 solo en Castilla y León─, repartidos por toda la geografía española, y también de 25.000 empleados directos con él. Además, el número de turistas que se alojaron en España fue de 800.000, lo que demuestra que el número de viajeros, tanto nacionales como internacionales, hospedados en alojamientos de turismo rural en España en 2019 tiene una gran importancia. Ese año la mayor parte de los turistas que se hospedaron en alojamientos de turismo rural del país, lo hicieron en Castilla y León. Los alojamientos de Cataluña y Andalucía, por su parte, fueron los segundos y terceros más visitados respectivamente.

 
Además, si analizamos los datos del Club Rural vemos que un 70% de la demanda sigue siendo de alquiler integral de casa y/o apartamentos rurales y un 30% solo de alquiler de habitaciones; además, en un porcentaje muy alto el turista sigue siendo nacional y, con la actual situación que estamos viviendo, este será el mercado que tendremos que captar en este período de incertidumbre, siempre que se abra el mercado.  Además, sabemos que existe un desequilibrio entre la oferta y la demanda.

Llegado a este punto ¿Qué podemos cambiar? Pues lo que deberíamos transformar es lo que llamo yo el contexto “VICA”, ¿qué significa esto?, pues vamos a analizarlo pormenorizadamente: La V sería la volatilidad, I la incertidumbre, C la complejidad y A la ambigüedad. Vamos a analizar un cada punto.

La V es la volatilidad que estamos viviendo en la actualidad, ya que todo puede cambiar de un momento a otro y aquí debemos de planificar, adecuar los planes de emergencias.

La I es la incertidumbre que estamos viviendo y que nos lleva a analizar la información, el conocimiento y la prudencia.

La C es la complejidad, el conocimiento externo y la formación continua.

Por último, está la A que es la ambigüedad donde surgen las cuestiones y auto cuestiones para ganar precisión en la decisiones y acciones.

Dicho esto, el turismo rural se halla hoy en día en un momento de oportunidad; Sabemos que la crisis es una oportunidad única para mejorar a partir de las experiencias adquiridas, la sostenibilidad, la calidad y la responsabilidad. Es el momento de hacer el turismo rural más sostenible.  

También es la ocasión para fortalecernos como empresa, con nuevas medidas de calidad, tener precauciones y hacer nuevos replanteamientos. Debemos de ofrecer nuestros servicios de una nueva manera y así, tras esta trasformación, salgamos más reforzados.

También debemos mostrar lo mejor de nuestro destino y su población, sabiendo que a partir de ahora son lugares más seguros. Sabemos que el mundo ha cambiado y por ello hemos de adaptarnos a la nueva normalidad.

Sabemos que la población tiene miedo, y a este importante factor se une también la pérdida de nivel adquisitivo y/o el trabajo. Por el contrario, tenemos muchas ganas de salir, de disfrutar del aire libre y del medio ambiente.  Esta información nos ayudará, sin duda, a replantear nuestro establecimiento. El propósito es ser sostenible a lo largo del tiempo con una adaptación real frente al COVID-19.

Quizá lo que tenemos que hacer ahora es una pausa para analizar qué es lo que quieren nuestros clientes: Analizar y reflexionar lo que, a partir de ahora, van a necesitar nuestros clientes de cara a la seguridad y calidad de nuestro establecimiento.

Tenemos que investigar y disponer de ese conocimiento futuro que nos permitirá adoptar las estrategias necesarias. También debemos tener en cuenta dos factores claves: la Seguridad y la promoción.

Es importante destacar que, en estos tiempos, los residentes van a desempeñar un papel importante en la demanda local y también en relación con la seguridad de nuestro establecimiento. Por ello debemos de trabajar con los protocolos seguros.

Como todos sabrán, el ICTE está trabajando en protocolos sanitarios seguros que en unos días verá la luz. Son documentos que están valorando el aforo, las nuevas tecnologías en espacios comunes, los estándares de limpieza y los procedimientos de transportes.

Hay que hacerlo de forma trasparente y honesta y por ello es imprescindible trabajar con políticas de gobernanza pública-privada, que sean abordables y con un espíritu de colaboración, cooperación y alianzas.

Como he señalado al principio, estamos inmersos en una época de incertidumbre y no debemos caer en una guerra de precios porque bajar la calidad de los establecimientos no sería la mejor idea.

Debemos apostar por la creatividad a través de concursos, la innovación y las nuevas metodologías. No podemos olvidar que lo importante son las personas y sus necesidades; de esta manera construiremos nuevos valores, afianzaremos la confianza, y garantizaremos emociones a partir de nuestros productos y establecimiento rural.

 

miércoles, marzo 11, 2020

¿Puede existir el equilibrio entre medio ambiente y turismo en el año 2020?




¿Puede existir el equilibrio entre medio ambiente y turismo en el año 2020?
Evidentemente el medio ambiente y turismo no son enemigos sino complementarios.
Tras muchos artículos escritos en estos años está claro que el turismo y el medio ambiente son complementarios y no son enemigos, esa es quizás la conclusión más importante. Y a partir de ahí debemos ver cómo entendernos, cómo pueden seguir conviviendo.
Evidentemente sabemos que a lo largo del tiempo la relación entre las actividades del hombre y el ambiente no había sido armónica, y el turismo a pesar de encontrar en este sistema uno de sus más claros atractivos, tampoco se mantuvo al margen en la generación de problemas ambientales.
Por tal razón se establecieron una larga lista de efectos y causales generados por prácticas turísticas (de empresarios residentes y turistas) inadecuadas, tanto en sitios de alta fragilidad ecosistémica, como en espacios urbanos, planificados inadecuadamente u otros asentamientos de generación espontánea.
Los efectos del turismo sobre las relaciones sociedad naturaleza están condicionados por las características generales (naturales y artificiales) de cada lugar donde se instala, y de la propia dinámica de la actividad propuesta. Por tal razón si bien existen diferentes tipos de espacio turístico (urbano, rural, natural) y diferentes modalidades (agroturismo, turismo cultural, turismo aventura), con sus características e impactos particulares, existen lógicas de acción que son comunes a todas y que tienen que ver con la propia concepción del turismo. Esto sin lugar a duda se asoció a la situación de la población en dichas áreas, su estructura social y productiva y a su propio desarrollo.
El sistema turístico, el volumen de flujos de turistas y la intensidad del uso de los atractivos, ha sido a lo largo del tiempo otro elemento que generó sobrecarga y degradación en donde estos adquirieron el carácter de masivos (como es el caso de las actividades de sol y de playa o la visitas a algunas áreas protegidas).
También es cierto que en otras oportunidades las actividades turísticas han sido útiles para recuperar áreas degradadas, o espacios afectados por otras actividades, a partir de la restauración y la puesta en valor de elementos del patrimonio natural y cultural. Allí la actividad se integró en una concepción equilibrada de su relación con el ambiente.  Por tal razón las actividades que se lleven a cabo con sus impactos en el territorio están directamente relacionado con el tipo de desarrollo que una sociedad asume para sí mismo y las generaciones futuras.
El PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente) señala que el principio básico apoyado por aquellos que buscan un equilibrio entre el turismo y el medio ambiente es que el tipo y escala del desarrollo de las actividades turísticas se relacionen con la capacidad de sustentación de los recursos existentes. Por tal razón en esta unidad se analizan los elementos que están asociados a los impactos del turismo y a la concepción del desarrollo sostenible. [i]
Si estos datos los aplicamos a España, sabemos que el turismo en nuestro país es la industria más importante, todos sabemos que si miramos hacia unos años anteriores el turismo representa el 15% del Producto Interior Bruto (PIB), en 2017 aportó 172.900 millones de euros a la economía española.
Aun así, el turismo ha dejado de tirar del carro de la economía española. Ya en 2018 creció por debajo del PIB y el pasado 2019 avanzó un 1,5%, menos que la economía nacional (un 2%), según el balance de año presentado hoy por Exceltur. Desde 2010 el sector crecía por encima del PIB y el de 2019 es el peor dato desde 2013, cuando avanzó un 0,9%.
Frente a esto, son los españoles en el año 2019 han contribuido al crecimiento del sector: aumentan las pernoctaciones de nacionales en hoteles un 2,6%, en turismo rural un 3,3%, los vuelos interiores crecen un 6,6% y los pasajeros en AVE, un 4,7%. [ii]
De todos modos, sabemos el turismo es el motor fundamental en muchas ciudades pequeñas de toda España y necesitan tener todos los años unos niveles altos de ocupación hotelera y de gasto en hostelería para poder subsistir.
Evidentemente debe existir un compromiso fuerte de las administraciones para evitar que se construyan alojamientos respetuosos con el entorno medioambiental, promover nuevas prácticas empresariales y multar con firmeza al que contamine y no respete las normas. Por ello debemos tener una educación ambiental sobre el ecoturismo.  [iii]
Aunque es difícil encuadrar la educación ambiental dentro de una definición, dada la diversidad de planteamientos y de prácticas concretas, podemos partir de la propuesta en el Congreso Internacional de Educación y Formación sobre Medio Ambiente, celebrado en Moscú en el año 1987.
"La educación ambiental es un proceso permanente en el cual los individuos y las comunidades adquieren conciencia de su medio y aprenden los conocimientos, los valores, las destrezas, la experiencia y también la determinación que les capacite para actuar, individual y colectivamente, en la resolución de los problemas ambientales presentes y futuros".
Aunque, más que una definición, es importante recordar la siguiente frase "la característica más importante de la educación ambiental consiste en que apunta a la resolución de problemas concretos. Se trata de que individuos … perciban claramente los problemas que coartan el bienestar individual y colectivo, diluciden sus causas y determinen los medios que pueden resolverlos". (UNESCO, 1980).
Por lo tanto, el reto de la educación ambiental es promover una nueva relación de la sociedad humana con su entorno, a fin de procurar a las generaciones actuales y futuras un desarrollo personal y colectivo más justo, equitativo y sostenible, que pueda garantizar la conservación del soporte físico y biológico sobre el que se sustenta.
La educación no puede ser desligada del ambiente en que se produce. El aprendizaje es un proceso de construcción del conocimiento que tiene lugar en relación con el medio social y natural. Además, se desarrolla en doble sentido, es decir, cada persona aprende y enseña a la vez; dura toda la vida; y tiene lugar en diferentes contextos: hogar, escuela, ocio, trabajo y comunidad. Estas características apuntan un hecho relevante: el propio medio es educativo en sí mismo. Con todo lo dicho, es evidente que, por educación, entendemos no sólo la educación formal, sino también la educación no formal y la informal, las cuales son fundamentales en este curso.
 
La educación ambiental es por sobre todas las cosas educación para la acción. Actúa ampliando nuestros conocimientos y conciencia acerca de los impactos de la actividad humana sobre el medio, pero con el objetivo último de mejorar nuestras capacidades para contribuir a la solución de los problemas.
El medio ambiente es un patrimonio que no podemos perder. El hombre y sus procesos productivos están afectando al planeta. En el mundo del turismo, el ecoturismo es parte de la solución.
Establecer, más allá de un debate teórico, la relación entre el turismo y la educación ambiental en las prácticas cotidianas encierra un proceso muy complejo que involucra una interrelación de agentes asociados al sector, y políticas públicas que incorporan objetivos de equilibrio con el medio ambiente y una mirada a largo plazo. Esto es un proceso que va más allá de la propia educación ambiental, a la involucra dentro de un proceso de readecuación y de dinamización de actividades y de espacios. Es aquí donde aparece la situación a analizar ¿Cómo se contribuye en esta relación de reciprocidad? ¿Cómo el turismo contribuye con los principios de la educación ambiental? ¿Cómo desde la misma se enriquecen las actividades turísticas en general? ¿Cómo el mismo turismo puede iniciar un proceso de cambio en la generación de un nuevo tipo de turista? ¿De qué manera las actividades recreativas, deportivas o culturales se asocian a la formación de una persona más responsable con su entorno, una persona que demanda calidad ambiental?
Estas y otras preguntas se asocian a la posible generación de actitudes y percepciones de los turistas, que no solo se desarrollan en el destino, sino que pueden trasladarse a los sitios de origen de los turistas. Algunos autores sostienen la importancia de la cultura, el cambio en el ser y hacer de una sociedad, como un cambio de paradigma que trastoque el modelo actual. Y contribuyendo con esto en ocasiones el turismo despierta "nuevas formas de ver el mundo” que van más allá de las campañas de "recolección de aluminio de las latas de gaseosa", y que apuntan a la visión más amplia del medio ambiente, con un descubrimiento de nuevas realidades.
Así, el turismo puede convertirse en un disparador de situaciones que se pueden materializar en "buenas prácticas" (no arrojar basuras, cuidar los árboles, etc.) o nuevas demandas que obliguen al mercado a tomar medidas de control.
La naturaleza virgen cada vez es más difícil de encontrarla en el mundo turístico, el hombre ha puesto su pie en todos los lugares del planeta y por ello, tenemos que esforzarnos por conseguir que la calidad del turista no la midamos por su bolsillo y empecemos a hacerlo por su cultura medioambiental. Algo que nos ahorrará dinero a todos.
La sostenibilidad es durabilidad en el tiempo basada en el respeto. La empresa turística tiene que convertirse en la más respetuosa con el medio ambiente para poder sobrevivir. Y para lograrlo es muy importante que se empiece a educar al turista.
Algo tan simple como que nos recuerden lo que cuesta lavar unas toallas o una sábanas y que no es necesario cambiarla todo los días, debe ampliarse a más conceptos como no favorecer espectáculos que utilizan a los animales de forma vejatoria, no provocar residuos en nuestros paseos y actividades por la montaña —el problema no solo es tirar colillas de un cigarrillo o un papel, también lo es utilizar quads para darnos un paseo de unas horas que provocan contaminación acústica y atmosférica— y valorar cuál es nuestra huella ecológica en cada viaje y cómo podemos reducirla. [iv]
Los elementos para tener en cuenta para general una conducta ambiental en el marco de la educación ambiental y vinculadas propuestas turísticas son:
a.     Pensar en un destinatario concreto para cada tema y ajustar los mensajes y estrategias a este mercado.
b.    Establecer relaciones claras entre objetivos, sujetos, medios, alcances... con la metodología y los medios para alcanzar los fines.
c.     Tener en cuenta todos los aspectos del visitante o turista: su origen, su edad, su motivación, sus emociones y sus experiencias, y sus posibilidades de participación
d.    Generar un entorno favorecedor clima de aprendizaje no forzado donde el que analiza los problemas sea el propio sujeto, pero como parte de su actividad recreativa
e.     Desarrollar un sentido amplio que permita ser aplicado tal vez en otros objetos y realidades de tal forma que los sujetos puedan analizar cualquier expresión de la sociedad
Para el logro de esto es necesario el establecimiento de una serie de principios de educación ambiental que acompañen el desarrollo de un proyecto, y que estén asociados a la formación del personal que los va a llevar a cabo. Estos principios pueden concretarse en: la definición de distintas funciones, la asignación de grupos de tareas al nivel de formación, y la definición de grandes ámbitos temáticos que se asocien a la formación específica de guías, al comportamiento dentro del propio trabajo, a la utilización de recursos, etc.
La formulación de productos turísticos que incluyan el ambiente como una dimensión más de su desarrollo, requiere contar con un grupo humano que perciba dicha dimensión. La crisis ambiental ha propiciado la necesidad de formar profesionales especializados en la protección y conservación del medio. Esa formación sin embargo ha sido deficiente para alcanzar una verdadera comprensión holística de la situación ambiental. La formación ambiental de aquellos que de alguna manera están vinculados con la oferta turística sugiere la:

A.    De las problemáticas ambientales globales y cotidianas.
B.    Incorporación de un sentido de responsabilidad frente al ambiente.
C.    Capacidad formadora hacia los flujos de turistas.
D.    Generación de actitudes acordes al proyecto.
E.     Creatividad en el desarrollo de sus funciones.
Para esto se requiere de dos herramientas fundamentales: la información y el equipamiento. Cuanto mayor y mejor sea la información con que cuenten los operadores, los profesionales y los trabajadores en general del sistema; mayor capacidad crítica desarrollarán. En la medida que esto ocurra, lograrán incorporar la dimensión ambiental en la vida cotidiana y podrán actuar en consecuencia, incluso en el trabajo. La información no siempre está disponible, los municipios no poseen datos actualizados o análisis de su propia realidad.
Párrafo aparte merece el equipamiento. Suele ser uno de los problemas más graves en comunidades donde el turismo es una actividad incipiente y de pequeña escala. El desarrollo de este posibilita una mayor capacidad de gestionar con la educación ambiental desde todos los órdenes y desde el turismo.
Muchos emprendimientos han sabido sortear estos obstáculos apostando a la creatividad de productos sencillos pero que incorporan alternativas educativas novedosas.
Dentro de esto se consideran las diferentes formas en que se lleva a cabo la interpretación. La misma es fundamentalmente una estrategia para la valoración del patrimonio y para la preservación y comunicación de los bienes. Por tal razón contribuye de manera directa e indirecta con la educación ambiental en sentido amplio y está prácticamente asociada a múltiples prácticas turísticas. En muchos sitios se han aplicado con éxito como herramienta para crear un sentido de pertenencia de la propia comunidad y modificar acciones en el público.
Es necesario indicar que la interpretación no es solo una forma más activa y personal de guiar al turista, implica muchos más que eso, y significa un proceso de aprendizaje y de valoración asociado a la toma de conciencia y al fortalecimiento de la identidad
Desde el turismo y las instituciones asociadas a él se debe crear el ámbito adecuado para generar una teoría de la interpretación ambiental asociada a la educación ambiental. No obstante, desde las propias actividades se pueden establecer mecanismo para la revalorización no solo del patrimonio sino de la propia relación sociedad-naturaleza.
Así la interpretación puede ser utilizada como herramienta para la formulación de itinerarios turísticos, ya sean directamente vinculados a problemáticas ambientales o recorridos tradicionales, que contengan algunos elementos.
Por ello debemos implicar a las personas y a los turistas, evidentemente no sirve de nada que se hagan un montón de campañas y que se organicen debates si luego no nos implicamos todos para poder lograrlo.
A parte de nosotros también deben las Administraciones y los políticos de turno empezar a cambiar sus políticas turísticas y medio ambientales, así como un cambio de trabajo entre las concejalías de medio ambiente y turismo para trabajar juntos en políticas medioambientales donde se incluyan a los comerciantes, empresarios de actividades deportivas y excursiones, hoteleros y hosteleros.
Las empresas turísticas tienen que empezar concienciando a sus directivos, responsables de restaurantes, hoteles, comerciantes, trabajadores de los sectores implicados y así un largo etcétera de personas que estén implicados en estos sectores. Ellos serán los mejores embajadores porque son las personas que están en contacto directo con las personas, con los clientes, con los turistas.
El último eslabón de esta cadena serán los turistas, de nada sirve el trabajo anterior si cuando llegamos al destino nos comportamos como unos egoístas que solo piensan en su propio beneficio sin importarle lo que puede pasar en la zona que estamos visitando.
¿Es posible vender un turismo que solo sea sostenible a un precio mayor?
También no debemos olvidar que el turismo sostenible no sea solo una marca para vender, eso significa que no se deber estar contra el “greenwashing ecológico”. Me parece que ese lavado de imagen al que se someten algunas empresas aprovechando la marca «turismo sostenible» puede ser el principio de algo. Cuando una marca comercial decide apostar por lo «verde», puede que al principio lo haga una forma interesada, pero está dando un primer paso para crear una conciencia entre sus trabajadores y su público. ¿Eso es malo? Para mí no. Menos es nada o seguir anclados en las malas prácticas y no reconocerlas como algo negativo.
Cierto es quizás algunos se están pasando con la utilización de la etiqueta sostenible, y, como muy acertadamente comentó uno de los ponentes, solo nos queda fabricar una bomba atómica sostenible.
La industria turística y las administraciones deben crear unas etiquetas reales —auditadas— y que cuando una empresa ponga el cartelito de turismo verde, sostenible, respetuosos con el medio ambiente o similar sea porque de verdad cumple unos requisitos que la hacen sostenible.
Por último, debemos de crear una conciencia turística y medioambiental para el turista, esto significa que es importante que las nuevas generaciones tengan la asignatura de educación ambiental para que los nuevos turistas sepan utilizar los espacios medioambientales correctamente y a pesar del calentamiento global que vivimos se cree esa concienciación medioambiental y turística para limitarlas y ordenarlas.
Ejemplos tenemos muchos, podemos hablar de los gallegos que han de  pedir permiso para visitar las Islas Cíes y también para entrar en la Playa de las Catedrales, están siendo un éxito y han permitido frenar el terrible impacto que estaba causando la masificación sin control.
Esta fórmula tiene que empezar a implantarse para que cuando vayas a un lugar tan hermoso como las Cíes puedas disfrutarlo y no se provoque un impacto negativo en este paraíso natural. Al final todos ganan; ganamos. Quizás también sea el momento de que te rasques el bolsillo y de que lo haga yo, y cuando vayamos a un lugar con protección paguemos una entrada para compensar nuestra huella ecológica. Como conclusión, tenemos que volcarnos en un comportamiento respetuoso y no invasiva.

viernes, junio 29, 2018

El Turismo y Medio Ambiente


El turismo es en la actualidad una de las ramas más importantes del sector servicios y de las de mayor crecimiento a nivel mundial.

Además el turismo como Ustedes saben ha representado una actividad importante para la economía mundial, en tanto como fenómeno masivo como una actividad que requiere de una gran infraestructura y complejos servicios que no siempre han tenido una adecuada planificación.

 
También se convirtió durante un tiempo como un fenómeno deteriorador del medio ambiente natural y social. No solo ha transformado el aspecto físico de las zonas turísticas, sino que ha generado graves trastornos ecológicos: destrucción de ecosistemas, disminución de la cantidad y calidad del agua, empobrecimiento y contaminación de los suelos, extinción de múltiples especies de la fauna, afectación severa de la flora, depredación pesquera y contaminación de mar, así como desintegrador de actividades económicas tradicionales, aculturación, migración, fenómenos de crecimiento poblacional y urbano desordenado, falta de servicios públicos, entre otros.

Aunque el crecimiento de la actividad durante mucho tiempo se convirtió en los años 80 como el llamado modelo turístico convencional de “avión, hotel, playa”, esté modelo empezó a presentar síntomas de agotamiento y de crisis, expresado en la espiral descendente de los grandes centros turísticos tradicionales (abatimiento de su rentabilidad y el inicio de su decadencia y agonía) fenómeno que se observa en ciertas zonas del mediterráneo europeo.

De hecho, ante la pérdida de la calidad y el valor de la vacación ofrecida por el modelo turístico convencional, producto de la estandarización de la oferta y de los servicios, del manejo impersonal de los visitantes y la transformación de los viejos criterios de servicio en auténticos sistemas de “procesamiento del turista”, surgió ya a finales de los 90 esa preocupación por hacer un turismo más responsable y sostenible. Dando nacimiento a una nueva corriente turística: el llamado turismo alternativo.

La nueva corriente turística que nació en la década de los 90, se dice, que fue el resultado de los cambios en los valores y hábitos de vida ocurridos en las poblaciones de los países desarrollados, que procuran mejorar su calidad de vida (mediante nuevas formas de utilización del tiempo libre y un ambiente limpio y sostenible).

Efectivamente, estas poblaciones con altos ingresos, con más tiempo libre, sometidas a las tensiones y a la despersonalización de las ciudades y de la vida industrial, así como crecientemente preocupadas por mejorar su calidad de vida demandan servicios turísticos en los que encuentren satisfacción a una diversidad de intereses, atención personalizada, destinos vacacionales naturales (exóticos) y un medio ambiente limpio.

Ya en las encuestas a nivel europeo de los años 1994, uno de cada dos turistas alemanes, consideraba la calidad ambiental como un elemento esencial en la decisión de su destino vacacional y el 38 % de los turistas ingleses la consideraba como el elemento básico para decidir regresar a un destino vacacional. Hoy en día se ha convertido en algo necesario ese cambio de mentalidad en todos los aspectos.

Por ello y según la Organización Mundial de Turismo (OMT), el segmento turístico que experimentó un ritmo más acelerado crecimiento fue el llamado turismo “alternativo”, es decir el turismo que tiene como destino la naturaleza y que incluye todas aquellas practicas turísticas conocidas como turismo especializado: turismo de aventura, científico, cinegético, de montaña, rural, camping, buceo, safari fotográfico, espeleología, ecoturismo, etc.

Si hacemos una regresión histórica podemos ver que ya este tipo de turismo generó en los años 90 alrededor del 7% del gasto total en viajes internacionales y significo una importante entrada de divisas para los países receptores de mismo.

Ejemplos como en Kenia que, en el año 1994, los safaris les generó 400 millones de dólares. En las Maldivas (nación de 1190 pequeñas islas en el océano Indico), uno de los destinos de buceo más grandes del mundo, el turismo constituyo en 1993 más del 80 % de su PIB. En Costa Rica el turismo de historia natural, de aventura tropical y de contemplación de aves silvestres representó más del 75 % de su turismo general (684,000), siendo la segunda fuente de divisas, en 1993 estas actividades turísticas generaron 577.4 millones de dólares. Las barreras de coral de Belice recibieron alrededor de 128,000 turistas anualmente dejando una derrama superior a los 20 millones de dólares.

Pero si vamos un poco más allá podemos determinar que el turismo es un fenómeno de desplazamiento de un lugar de residencia permanente a otro temporal, que no solo es un movimiento de personas, ya que implica transporte, alojamiento y alimentación, es decir un fenómeno social complejo, con múltiples facetas que involucran aspectos tanto económico, como social, cultural y medioambientales.

El turismo más que ningún otro sector económico debe alcanzar el equilibrio entre objetivos económicos, sociales y medioambientales expresado en el concepto de turismo sostenible. El turismo se construye gracias a la existencia de unos atractivos naturales, culturales y de otro tipo, a condición de que estos se encuentren en buen estado de conservación.

La crisis del modelo turismo convencional y la creciente preocupación de las poblaciones de los países desarrollados por mejorar su calidad de vida propiciaron un cambio en la demanda turística. De hecho, dichos cambios se enmarcan en la gran transformación social derivada del antiguo sistema de turismo de sol y playa hacía un turismo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente.

En esta transformación de la sociedad contemporánea la llamada crisis ambiental ha jugado un papel central. Efectivamente, la creciente contaminación de la atmósfera, los suelos y el agua; la perdida de múltiples especies de la flora y la fauna; la destrucción de la capa de ozono, etc., que en conjunto y a largo plazo representan un peligro para la sobrevivencia humana, pero que en lo inmediato se traducen en una pérdida de la calidad de vida, han sido determinantes para que en los últimos 20 años surgieran los movimientos sociales conservacionistas, ecologistas y ambientalistas y para que entre los gobiernos y las poblaciones en general, se haya empezado a buscar y en algunos casos adoptar, nuevas formas de desarrollo que se adecuen por una parte a los requerimientos de transformación y aprovechamiento de la naturaleza y por la otra, a la necesidad de su conservación como condición para preservar la propia existencia humana. Es en este marco que surge el concepto de desarrollo sostenible.

No obstante, la creciente utilización del concepto no existe una solo visión de lo que es el desarrollo sostenible. Para algunos alcanzar un desarrollo sostenible es lograr el crecimiento económico continuo mediante un manejo más racional de los recursos naturales y la utilización de tecnologías más eficientes y menos contaminantes.

Para otros, “el desarrollo sostenible es ante todo un proyecto social y político que apunta hacia la descentralización y el ordenamiento ecológico de la producción, y que ofrece principios y orientaciones a los proyectos de democratización de la sociedad, fundada en la participación directa de las comunidades en la apropiación y transformación de sus recursos ambientales y que no debe tener otra orientación no sea erradicar la pobreza, elevar la calidad de vida y satisfacer las necesidades básicas de la humanidad.”

Es decir, para algunos solo es compatibilizar el medio ambiente con un crecimiento económico continuo, manteniendo las condiciones que producen y reproducen las relaciones de explotación, jerarquizaron y dominación que permiten la apropiación de la capacidad productiva social por unos cuantos hombres. Para otros implica nuevas bases en las que se sustente la civilización, mediante la construcción de una nueva racionalidad, una racionalidad ambiental, que coloque como sentido y fin de la organización social productiva el bienestar material de ser humano (niveles de vida) y su desarrollo espiritual (calidad de vida).

El paso de un modelo de desarrollo depredador y deteriorador a uno sostenible que mantenga la armonía con la naturaleza tiene múltiples complicaciones. Implica modificar nuestra visión y relación con la naturaleza: esta no es solo una fuente de materias primas sino también es el entorno necesario para la existencia humana. Implica un manejo racional de los recursos naturales, pero también modificar la organización productiva y social que producen y reproducen la desigualdad y la pobreza, así como las practicas productivas deterioradoras y la creación de nuevas relaciones sociales cuyo eje ya no sea la ganancia sino el bienestar humano.

La búsqueda de un desarrollo sostenible ha llevado a que se revaloren las formas tradicionales de producción y a que se generen nuevas formas de organización productiva en casi todas las actividades económicas y las prácticas sociales. El turismo, como actividad económica y practica social, no podía estar al margen de esta reconceptualización y resignificación.

Efectivamente la creciente preocupación ambiental fue determinante para el surgimiento de la corriente turística que tiene como destino la naturaleza, que es la de mayor crecimiento a nivel mundial. Así, actualmente no solo se habla de convertir al turismo en una actividad sustentable, sino que se hacen referencias al turismo ecológico, al turismo verde, al turismo naturaleza y al ecoturismo, como concreción de la sustentabilidad.

 
Sin embargo, el creciente interés por destinos turísticos naturales no bastaría para pensar que la actividad se transforma o se vuelve más sostenible. El asunto es más complejo, el turismo como practica social como ya se mencionó, corresponde a una racionalidad dominante y la sola modificación del destino turístico no implica una transformación en la práctica social ni en la práctica económica. Si la nueva corriente turística puede expresar los cambios ocurridos en los turistas que cansados de la uniformidad buscan nuevas experiencias, ello no significa que tengan una nueva actitud frente a la naturaleza o que utilicen de manera diferente el tiempo libre, es decir no implica necesariamente un cambio en el rol turístico ni en las instituciones encargadas de producir y reproducir la practica turística, y mucho menos, significa una modificación en la práctica económica., cuyo objetivo sigue siendo la generación de la ganancia.

Efectivamente el turismo es una actividad económica que se organiza de acuerdo con la orientación económica dominante cuyo objetivo es la máxima y rápida rentabilidad de la inversión. Por ello el turismo alternativo (turismo que tiene como destino la naturaleza) y su espectacular crecimiento también se ha convertido en una amenaza para el medio ambiente. La magnitud y ritmo de su crecimiento, la falta de planeación ambiental (inserción en planes de ordenamiento ecológico, estudios de impacto ambiental, capacidad de carga de los ecosistemas, etc.) y el hecho de que la promoción de esta actividad sea realizada por agencias de viajes interesadas en la captación de la demanda más que la preservación de los recursos naturales, está generando una situación extremadamente peligrosa para los ecosistemas singulares y frágiles, reservas naturales y áreas protegidas de una gran riqueza biológica, en los que preferentemente se desarrolla la nueva actividad turística.

De hecho, este tipo de turismo también ha representado un proceso acelerado de explotación y expropiación de los recursos naturales y de las zonas que por su diversidad biológica y sus atractivos naturales constituyen los nuevos polos de atracción turística que por lo general son propiedad de las comunidades y de los países pobres. La explotación excesiva del recurso (una promoción turística masiva y sin control), a fin de maximizar las ganancias no solo pone en grave riegos los nuevos recursos turísticos, sino que además dichas actividades no han representado mejorías sustanciales en los niveles reales de ingreso y en las condiciones de vida para las comunidades o los países anfitriones. En las zonas donde se desarrolla la nueva actividad, en general, las poblaciones son privadas de sus fuentes de ingresos tradicionales y cuando mucho reciben los “beneficios” que genera el turismo convencional: pocos empleos y bajos sueldos, mientras la mayor parte de las ganancias son concentradas y centralizadas por el capital nacional y extranjero, que son los sectores económicos que tradicionalmente han manejado monopólicamente la actividad turística.

Si bien las nuevas prácticas turísticas englobadas en el llamado turismo alternativo expresan las transformaciones ocurridas en la sociedad contemporánea en torno a la revaloración de la naturaleza y a la utilización del tiempo libre, también presentan importantes diferencias entre sí. Aunque todas tienen en común la naturaleza como destino; algunas solo representan un nuevo destino turístico, pero otras (particularmente el Ecoturismo) representan una modificación radical de la propia practica social (al modificar el rol turístico y las instituciones encargadas de reproducir la práctica turística) y constituyen una transformación en la actividad económica.

Efectivamente, mientras el turismo alternativo natural se perfila como un segmento turístico que promueve actividades relacionadas con la naturaleza, en atractivos paisajes naturales poco intervenidos, preferiblemente en áreas naturales, y que van desde actividades científicas, observación de fauna, fotografía del ambiente natural, actividades cinegéticas (pesca y caza) así como también deportivo y de aventura; el ecoturismo además, se caracteriza por una nueva actitud del turista frente a la naturaleza, que implica una valoración ética de la misma y la preocupación por su conservación; una utilización distinta del tiempo libre; por demandar un servicio más personalizado que mejore su calidad de vida, y que se refleje en beneficios para la comunidad anfitriona.

El ecoturismo no solo es un viaje orientado a la naturaleza, sino que constituye una nueva concepción de la actividad, tanto como practica social y como practica económica. Tiene como objetivo mejorar las condiciones de vida de las poblaciones receptoras, al mismo tiempo que preserva los recursos y el medio ambiente, compatibilizando la capacidad de carga y la sensibilidad de un medio ambiente natural y cultura con la practica turística.

Desde el punto de vista de quien proporciona el servicio, el ecoturismo puede potencialmente implicar una reapropiación social de los recursos naturales, así como de la gestión del servicio y la apropiación de los beneficios. También posibilita una nueva organización productiva y social que permita mejorar la calidad de vida de la población y articular relaciones sociales de cooperación y solidaridad humana. De aquí que representa una reconceptualización de la naturaleza y del aprovechamiento de los recursos turísticos, así como del papel que juega la población local en el modelo, no únicamente como instrumento operativo de los servicios turísticos, sino como el fin último del desarrollo.

En este sentido, el ecoturismo es algo más que la publicitación de un escenario y la protección de alguna especie pretende brindar una opción real de desarrollo sustentable para la poblaciones locales y regiones deprimidas con escasas alternativas para otro tipo de actividad productiva, así como generar recursos para proteger efectivamente los ecosistemas.

Por ello, los proyectos ecoturísticos forman parte de esa gran búsqueda social encaminada a la modificación de los procesos productivos y de las relaciones sociales que deterioran el medio ambiente, sustituyéndolas por otras diferentes a fin de alcanzar un crecimiento económico y social en armonía con el manejo racional del medio ambiente, en cuyo centro se encuentre el bienestar del ser humano.

El boom del “ecoturismo” es tal que en todo el mundo han surgido destinos ecoturísticos., que ofrecen actividades ecoturísticas y proyectos ecoturísticos. No obstante que existe una clara diferencia entre el llamado turismo naturaleza y el ecoturismo, el uso indiscriminado de los conceptos ha llevado a que se confundan actividades turísticas convencionales con el ecoturismo. La mayoría de los destinos ecoturísticos y de las actividades que se dicen ecoturísticas, no son más que actividades turísticas convencionales ofrecidas por los tours operadores o que forman parte del turismo naturaleza.

El ecoturismo como practica social y económica que pretende un manejo sostenible de los recursos naturales y mejorar la calidad de vida de las poblaciones receptoras aun es incipiente. Su desarrollo y expansión se enfrentan a la lógica del mercado y a la racionalidad económica prevaleciente entre los grandes monopolios que controlan la actividad a nivel mundial.